Necesidades de frío invernal de los frutales caducifolios

Necesidades de frío invernal de los frutales caducifolios

necesidades de frío invernal de los frutales

Los árboles frutales caducifolios necesitan cierta cantidad de horas de frío anuales (denominada: latencia o dormancia) para regular su ciclo vegetativo. Las necesidades de frío invernal de los frutales caducifolios pueden establecerse con exactitud y, cuando no se cubren esas necesidades, las consecuencias para la planta y la cosecha pueden ser catastróficas.

La acumulación de horas de frío se inicia con la bajada de temperaturas otoñal y la reducción de horas de sol. Con la bajada de temperaturas, o la primera helada, llega la dormancia o parada invernal, que consiste en una reducción de actividad vegetativa del árbol y la caída de las hojas. El reposo vegetativo le sirve a la planta para preparar su floración primaveral y, con vuelta del calor, finaliza la latencia y se produce la brotación de las yemas.

Necesidades de frío invernal de los frutales, ¿cuánto frío necesita cada especie?

La mayoría de cultivos, a excepción de los cítricos, necesitan frío. Para cuantificar necesidades de frío invernal de los frutales, los agrónomos realizan sus cálculos tomando las horas de frío como unidad de medida: se computa, como 1 hora de frío cuando la planta pasa 60 minutos a temperaturas inferiores a 7 grados centígrados. Las necesidades de frío del árbol se completan cuando se acumula el número de horas de frío necesarias para romper la dormancia.

Las necesidades de frío invernal de los frutales varían según la especie, e incluso entre una variedad y otra. Por ello, antes de plantar, es recomendable informarse sobre qué variedades son las adecuadas al clima local. Como guía genérica, esta es la cantidad de frío que necesitan las principales especies:

  • Manzana y el membrillo: necesitan unas 1000/1200 horas de frío. Son los frutales con mayor necesidad de frío.
  • Pera y nashi (Pyrus pyrifolia): 800/1000 horas de frío. Entre los frutos de pepita, son más adaptables que el manzano.
  • Cereza: 800 horas. La especie más septentrional entre los frutales de hueso.
  • Melocotón: 600/800 horas. El rango varía según las diferentes variedades.
  • Albaricoque y ciruela: 500/800 horas. Igual que la especie anterior.
  • Almendra, pistacho, nuez o castaña: 200/600 horas.
  • Viñedo: 200 horas.
  • Olivo: entre 100 y 250 horas.
  • Kaki, granada e higo: unas 100 horas. Aunque tienen poca necesidad de frío, se adaptan bien a inviernos rigurosos.
  • Frutas cítricas. Los cítricos no necesitan frío. Son plantas de climas cálidos y sufren con temperaturas demasiado bajas.

Problemas y soluciones a la falta de horas de frío

Cuando a una planta le faltan las horas de frío que necesita, o se acumulan antes de tiempo, su ciclo vegetativo se desordena. Los veranos, otoños e inviernos cálidos retrasan la dormancia, mientras que las estaciones con temperaturas suaves la aceleran. Para que los frutales de hoja caduca puedan regularse correctamente, el frío debe darse entre octubre y principios de marzo.

  • Entre los efectos de la falta de horas frío destacan el crecimiento irregular del árbol y el retraso en el desborre o brotación de las yemas, que además es irregular. El resultado es una floración escasa y a menudo anómala. Las consecuencias sobre la cosecha pueden ser devastadoras: pocos frutos, a veces pequeños y deformes.
  • Entre los efectos de la acumulación temprana de horas de frío destaca la salida antes de tiempo de la dormancia. En caso de brotaciones prematuras, si hay heladas, se produce la caída de las yemas.

Para cubrir las necesidades de frío invernal de los frutales, pueden adoptarse diferentes medidas. En caso de temperaturas más cálidas de lo normal, la defoliación forzada, o los riegos con aspersión de agua con cal adelantan la dormancia: al mojarse las yemas, sufren menos con el calor y pueden comenzar a acumular frío. También pueden aplicarse compensadores de horas de frío: productos químicos que cumplen la función de estimular el desborre, acelerar y uniformizar la floración.

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