Principales enfermedades bacterianas en frutales de pepita

Principales enfermedades bacterianas en frutales de pepita

Principales enfermedades bacterianas en frutales de pepita

Las enfermedades bacterianas en frutales de pepita resultan especialmente dañinas, porque atacan a especies de consumo masivo y aún no existen tratamientos eficientes para eliminarlas.

Fuego bacteriano

El fuego bacteriano es una enfermedad causada por una bacteria: Erwinia amylovora. La enfermedad no tiene cura en la actualidad, resulta muy infecciosa para las plantas e inofensiva para humanos y animales.

El patógeno ataca a las rosáceas. La familia Rosaceae abarca, desde plantas ornamentales, como las rosas, hasta árboles frutales. Se documentan infecciones en unas 200 especies, con especial incidencia en la subfamlia Maloideae (Pomoideae), o frutales de pepita, como el manzano, el peral, o el membrillo.

El fuego bacteriano resulta devastador en un cultivo por dos factores:

  1. La bacteria es fácil de propagar a largas distancias mediante insectos, pájaros, viento y lluvia. También a través de los humanos, por ejemplo: con herramientas de corte, manos, ropa, o material vegetal portadores del patógeno.
  2. El patógeno prolifera de forma exponencial en condiciones climáticas favorables, como ambientes cálidos y húmedos, que pueden causar la muerte de plántulas jóvenes en un corto período de tiempo.

Todavía no existen fitosanitarios efectivos para controlar totalmente el fuego bacteriano. Resultan vitales las prácticas culturales como desinfectar las herramientas de poda o eliminar las partes infectadas de la planta. Se ha comprobado que la aplicación de productos cúpricos o de bactericidas naturales como AMYLO-X® WG, junto a las prácticas culturales, se puede convivir con la enfermedad en la gran parte de los casos.

La enfermedad se detectó por primera vez en Europa en 1958 en el Reino Unido y se fue extendiendo gradualmente por todo el continente. La primera vez que se identificó la presencia de la bacteria en el territorio español fue en una plantación de manzanas para sidra en Guipúzcoa en 1995.

Actualmente está ampliamente extendida aunque existen unas zonas protegidas donde el fuego bacteriano es una enfermedad en cuarentena y, si se identifica su presencia, la Ley establece que debe informarse a las autoridades: Asturias, Islas Baleares, Cantabria, Cataluña (Excepto las comarcas de Garrigues, Noguera, Pla d’Urgell, Segrià y Urgell en la provincia de Lleida), Galicia, País Vasco (Álava y Vizcaya) y Comunidad Valenciana (excepto Comarcas de L’alt Vinalopó y El Vinalopó Mitja en la provincia de Alicante; y los municipios de Turís y Macastre en la provincia de Valencia).

El síntoma característico del fuego bacteriano son los exudados: gotas viscosas blancas o amarillas que contienen bacterias. Constituyen un importante canal de propagación.

La enfermedad comienza a afectar la zona media-baja del frutal y progresa en todas direcciones por las ramas y las raíces. Los brotes, hojas, flores y frutos se vuelven negros, de ahí el nombre de fuego bacteriano, por el aspecto quemado.

Las ramas jóvenes oscurecen, se doblan en forma de gancho y se marchitan. La caída de las ramas puede observarse en verano.

Las hojas y flores necrosadas por la enfermedad se marchitan y permanecen secas en la rama. Los frutos afectados se tornan negruzcos y necrosan: algunos permanecen sobre el árbol, y el resto caen por su peso.

Fuente: Guía de gestión integrada de plagas de frutales de pepita del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (https://www.mapa.gob.es/es/agricultura/temas/sanidad-vegetal/productos-fitosanitarios/guias-gestion-plagas/default.aspx)

Infecciones por Pseudomonas

Las enfermedades bacterianas en frutales de pepita por Pseudomonas se producen por la bacteria: Pseudomonas syringae. El periodo crítico para el cultivo es durante la primavera, con temperaturas entre 5 y 15 °C, con lluvia, alta humedad y heladas tardías (origen de la mayor parte de los ataques).

La penetración en la planta es pasiva, por nectarios y estomas, o a través de lesiones o grietas causadas por granizo, fitófagos, o prácticas agronómicas inadecuadas (como una poda con herramientas sin esterilizar). Una de sus características más notables es su capacidad para actuar como iniciadora de núcleos de congelación, que puede producir daños si se dan las condiciones favorables para ello, especialmente en primavera.

No existen tratamientos eficientes y el control de la enfermedad se basa en medidas preventivas. Destacan los sistemas antiheladas que protegen la integridad de la planta, o tratamientos preventivos a base de compuestos cúpricos en otoño-invierno.

Los daños directos son necrosis en flores, yemas, frutos, hojas y brotes. De forma indirecta se producen daños por el aumento de la sensibilidad a heladas. El mayor daño económico se produce en las infecciones en floración.

En frutos y hojas los síntomas aparecen en forma de manchas deprimidas y negruzcas. En las flores son manchas de color pardo o negro que pueden llegar a secarlas, incluso todo el corimbo.

Fuente: Guía de gestión integrada de plagas de frutales de pepita del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (https://www.mapa.gob.es/es/agricultura/temas/sanidad-vegetal/productos-fitosanitarios/guias-gestion-plagas/default.aspx)

 

 

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